El Hombre salvaje


En nuestra sociedad conviven escondidos seres incivilizados a los que saludamos cuando nos los encontramos en el ascensor o nos abren la puerta, hasta que un fatídico día, horrorizados descubrimos que nos había engañado vilmente: era un hombre salvaje.
Toda su vida la había dedicado a encubrir su demonio interior para que no poder ser detectado, con unas artimañas insanas que sólo pueden calificarse como sádicas, día a día entretejía una nube de mentiras y falsedades para evitar que pudiéramos leer en el ADN de sus pupilas su locura. El ya lo sabia, siempre lo supo, de niño lo sabia, cuando compartía pupitre con otros alumnos sabia que todo era un engaño, sabia que aquel ser que llevaba dentro terminaría al fin por salir destrozando la vida de la que dijo amar, y cuanto mas lo pensaba mas se aferraba al intento de esconder lo que era, asquerosamente perpetraba en su cerebro el escenario de cada crimen mientras nos sonreía. El que se descubriera por fin su interior no era más que cuestión de tiempo, el siempre lo supo y por eso lo alargaba para saborear cada momento de engaño. Este ser debería tener una doble pena, una por salvaje y otra por encubrir toda una vida con mentiras, y de hecho la tiene, son la premeditación y la alevosía.
Parecía un buen hombre.
Nuestra misión ha de ser encontrar a todos los hombres salvajes de esta sociedad y apartarles de ella para que no puedan hacer daño. Una pregunta que puede resultar inquietante es si el hombre salvaje lucha contra su salvajismo, si saborea cada momento de fiereza, si es una mezcla de ambas: lo evita pero lo disfruta, o sus acciones son el fruto de un puntual descontrol sobrevenido.
Quizá una forma de acabar con la agresividad del individuo salvaje sea el prohibir cualquier manifestación pública de agresividad como pudieran ser espectáculos de masas en los que son habituales las manifestaciones de odio o en los que se desarrollen acciones de crueldad como pudiera ser el fútbol o los toros, así como cuantos espacios televisivos sobre famosos limiten las conexiones sinápticas cerebrales a las imprescindibles para gruñir, insultar y aparearse. Aunque nunca podremos cuantificar en que forma estos “espectáculos” sirven como válvula de escape para las tensiones diarias y si afectan positivamente con su mera existencia al aletargamiento del hombre salvaje. También se deberían prohibir acciones o estados que pudieran generar odio y desorden social como pudieran ser la contemplación impávida del apesebramiento de las clase política, la corrupción institucional, las puertas giratorias, la falta de seguridad ciudadana, la indefensión jurídica, la especulación inmobiliaria, la precariedad laboral, la injusticia social, la falta de atención a las clases marginadas, los “pelotazos”, el “cuñadismo”,  el abandono de los ancianos, el maltrato animal, el auge de nacionalismos, la pobreza infantil, la falta de inversión en la cura de enfermedades raras, la desincentivación de los trabajadores autónomos, la desmotivación de los estudiantes, el abuso de los monopolios, de los bancos, de las industrias alimentarias, de las industrias farmacéuticas…
Hay un problema cada vez mas infranqueable que nos impide detectar a los hombres salvajes: Hemos permitido que la selva crezca tanto a su alrededor que ya no se sabe que es la selva y que es el salvaje. Igual nos los podemos encontrar como ciudadanos comprometidos solicitando una “democrática” consulta de autodeterminación, tras un tuit que bromea a costa de cualquier tipo de victima, en el estrado del congreso de los diputados defendiendo una “inversión necesaria” para los ciudadanos, al ofrecerte una inversión “preferente” en un banco, o solicitando un donativo “urgente” para su hijo que padece una enfermedad incurable. Las sombras de la jungla disfrazan al salvaje de apacible, y señalan al apacible como fácil carnada.
Parecía una buena sociedad.

En nuestra sociedad salvaje conviven escondidos seres civilizados a los que intentamos no saludar cuando nos los encontramos en el ascensor o cuando nos abren la puerta. Hasta que un fatídico día, horrorizados descubrimos que no nos intentaban engañar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El yunque y la pluma.

La Cruz y la Luna

Preposiciones para el 2021