El Miedo
No
sé si ha sido la cordura o unos ejercicios de canto que han practicado esta
noche mi señora y unas amigas cantantes lo que ha traído a mí una reflexión
curiosa, y es que a veces uno cree que ha inventado la pólvora, cuando simplemente
ha destapado lo que esta conlleva: El miedo.
Quisiera
comenzar esta contradicción contradiciéndose, que es la mejor forma de negar la
negación y afirmar lo afirmado, solo, que negar lo negado suele tener el efecto
contrario que afirmar lo afirmado (ya veremos como acaba la disertación).
En
una reflexión anterior, mantenía que las mujeres y los hombres matan por poder
o por ira, pero lo cierto es que estos motivos se cumplen en un Estado de Derecho.
Si hablásemos de un Estado sin Derecho (o con izquierdo), el verdadero motivo
es el miedo.
En
el caso hipotético de que desaparecieran en un momento dado la Ley y el Orden, cabría
preguntarse si no mataríamos ante el hecho de que pudiésemos ser matados, o si intentaríamos
restaurar el Orden y la Justicia, y ¿Qué haríamos primero?. Cada cual que se
responda a sí mismo.
El
miedo todo lo puede; el pensar que sin existir un Estado, un orden y una ley
que nos proteja, cualquiera por sus “santos cojones” o por que le venga bien
simplemente pueda arrebatarnos la vida o el pan es el desencadenante certero
para que el miedo se apodere de nosotros y lleguemos a hacer lo que nunca
pensamos hacer. Y es que aunque el hombre es cazador y recolector, también es
bueno por naturaleza. Ambos adjetivos “cazador y recolector” no están unidos de
ninguna forma a la bondad de las personas, pero a mi favor diré que en una
ensalada se mezclan también ingredientes dispares y ese hecho no deja de darle
buen sabor a la mezcla.
El
miedo nos puede llevar a querer
controlar el Orden y la Justicia, de forma que estos dos ingredientes se pongan
de nuestro lado y acaben con nuestro miedo, miedo no solo a ser asesinado, sino
también a conocer de primera mano lo que somos capaces de hacer. El deseo de Orden
puede hacernos pensar que una dictadura es buena, en tanto en cuanto haga parar
lo que motiva el miedo, la sed de justicia puede hacernos pensar que lo injusto
es lo sabio en algunas ocasiones, en tanto en cuanto, la justicia esté de
nuestro lado. Podemos pensar que existe el revanchismo político, que existe el
nacionalismo, que existen las identidades, que existe el reparto de bienes,
cuando en realidad solo existe el miedo.
El
miedo lleva a una sociedad a querer estar por encima de otra, a querer imponer
su Orden, a querer imponer su Justicia, cuando lo más sensato debería ser que
la Justicia fuese ciega y no dependiese de quien pusiese Orden en una sociedad,
ya que sólo así podremos desterrar la causa del miedo de nosotros mismos. Seremos
más fuertes en lo personal cuanto más fuerte y justa sea la sociedad en la que
vivimos, y por al contrario, seremos más débiles e integraremos más nuestros
miedos cuanto más débil o injusta sea nuestra sociedad. Posiblemente los nacionalismos pongan de
manifiesto la debilidad de nuestra sociedad, que curiosamente y en parte, está
producida por la fragmentación que pretenden imponer los nacionalismos.
El
miedo hizo asesinar a la Quinta Columna en Paracuellos, el miedo hizo sublevarse
al bando nacional, el miedo hizo que se quemaran iglesias. Todo empezó con
miedo no solo a la muerte, sino también al hambre y a la miseria, que son las
antesalas de la muerte, pero habría que preguntarse cuál fue el miedo que hizo
organizarse para asesinar a muchos vascos en el pasado y que hace organizarse
hoy en día a los independentistas para estar prevenidos ante el miedo y querer
imponer su Orden y su Ley como objetivo prioritario en su existencia.
Por
el bien de todos, debemos intentar encontrar y psicoanalizar los miedos del
nacionalismo para al menos entender las razones por las que se han desatado, y
de ese modo combatirlos, y yo en el lado personal debo intentar ser más
paciente, y posiblemente deba someterme a alguna sesión de psiquiatría o Tai Chi
para resistir en plenas facultades mentales las prácticas nocturnas de canto
que me regalan mi señora y sus amigas.
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